El continente africano es un mercado desconocido, pues distintas y conocidas circunstancias hacen difícil penetrar en un entorno carente de la seguridad jurídica que caracteriza a lo que a menudo se denomina como Occidente.
Sin embargo, esto no quiere decir que el continente africano carezca de oportunidades comerciales para exportadores de otras partes del mundo. Mi trabajo en Sidera a menudo se basa en unir puntos y relacionar conceptos aparentemente inconexos, y eso es lo que voy a intentar hacer en mi primer artículo como parte de esta empresa fuera de lo común a la que agradezco enormemente que me brinde este espacio de análisis.
No es casualidad escribir este artículo en castellano, pues me dirijo especialmente a los hermanos de Iberoamérica. Ahora estoy trabajando en un proyecto relacionado con la harina fortificada, que es básicamente harina con vitaminas en función de las carencias alimenticias de determinadas poblaciones o sectores de ellas. En la mayor parte de países iberoamericanos, fortificar la harina suele ser obligatorio para comercializarla en estos países (esto quiere decir de producción nacional e importada). La fortificación obligatoria de la harina es una medida que se decidió implementar para paliar esas carencias nutricionales en Iberoamérica.
Bajo mi punto de vista, esa obligatoriedad es una oportunidad que seguidamente relacionaré con África. Sin entrar en detalles técnicos que realmente no forman parte de mi campo, parece que los procesos industriales necesarios para producir harina con y sin fortificación son distintos. Esto ya es una ventaja competitiva para aquellos tienen los medios necesarios para producir harina fortificada del tipo que sea.
En este punto, y sin necesidad de entrar en el debate de si es necesario producir harina fortificada en lugares donde la población no tiene o ya no tiene una carencia alimenticia determinada, creo que sí merece la pena preguntarse qué harinas fortificadas con qué puedo producir para otros países. Aquí es donde entra el continente africano. Al margen de que, en la actualidad, tendemos como sociedad hacia un estilo de vida más saludable y comemos una comida más nutritiva y sana, hay una labor de interés público global que muchas empresas pueden llevar a cabo sin necesidad de hacerlo de forma altruista.
Estas empresas podrían seguir sacando gran partido de sus capacidades productivas de harina fortificada mientras ayudan a países donde esta harina es necesaria. A continuación, algunos ejemplos, según la Food Fortification Initiative:
En Marruecos, es obligatorio enriquecer la harina de trigo, pero, sin embargo, “sólo” el 70% de la harina producida en molinos industriales está fortificada. Hay una ventana de oportunidad.
En Senegal sucede lo mismo, pero, en este caso, el 96% de la harina producida en molinos industriales está fortificada. Sigue habiendo una pequeña ventana de oportunidad.
En Uganda, no sólo es obligatorio enriquecer la harina de trigo, de la cual el 100% de la producción está fortificada, sino también la de maíz, y de este tipo de harina, tan sólo el 3% de la que se produce en molinos industriales está fortificada.
Sucede lo mismo en el caso de Sudáfrica, donde en torno al 80% de ambos tipos de harina se produce con fortificación.
En el caso de Zimbabue, sólo el 40% de la harina de trigo es fortificada, y tan sólo el 5% de la de maíz lo es.
Mozambique, por su parte, cuenta con un 60% y 70%, respectivamente.
Esto pone de manifiesto una ventana de oportunidad en África para los productores de harina fortificada; empresas de todo tamaño que pueden buscar oportunidades en este continente. Tanto grandes multinacionales, con sobrada capacidad de mapeo y análisis de riesgos, como PYMEs en busca de nuevas oportunidades de negocio.
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